Yemayá Okute era la esposa del campesino Ogún.
Quizá aburrida de la monotonía de la vida conyugal
o, a lo mejor, cansada de la aspereza de su marido, comenzó a serle infiel con
un hombre de vida desordenada llamado Babalú Ayé.
Tan pronto su marido partía para las labores
diarias, Okute se arreglaba, cubría su rostro con fina cascarilla de huevo y
vestía sus mejores ropas azules, así como su chal de seda del mismo color, para
salir presurosa hacia la casa del libertino.
Pero sucede que uno de los fieles perros de Ogún comenzó a olfatear algo
extraño en las ropas de Yemayá Okute.
Al día siguiente, el can se separó discretamente del resto de la jauría que
continuó con el amo hacia el monte, y se puso en acecho frente a la casa.
Tan pronto como Yemayá abandonó el ilé, el perro la siguió y pudo darse cuenta
de la infidelidad de que era víctima su amo.
Entonces corrió hasta los sembradíos que Ogún tenía
allá en el monte, y se lo contó todo.
El labrador volvió a su casa donde ya se encontraba Yemayá de regreso y le
propinó una gran golpeadura, le arrancó las ropas y la lanzó semidesnuda a la
calle, para que todos supieran que era una adúltera.