SHANGÓ ERA ESCLAVO
Shangó era esclavo y como deseaba liberarse de
la servidumbre que le habían impuesto, se rogó la cabeza con obí.
A causa de ello le vino una gran alegría y se puso
a tocar su tambor.
Todos los que oyeron aquellos toques no pudieron resistir la
tentación y salieron a bailar.
No faltó alguno que trajera otí por lo que también
se bebió.
En fin, todo aquello se convirtió en una gran
fiesta.
El amo, apareció en medio de aquel güemilere y supuso que Shangó le estaba
robando el dinero que tenía enterrado, porque si no ¿de donde había salido todo
aquello?
Fue por eso que acudió donde estaba Olofin para
acusarlo de ladrón.
Olofin pidió pruebas que, por supuesto, el hombre no pudo aportar. Luego
llamaron a todos los testigos que contaron lo que había sucedido.
–Como acusaste a Shangó injustamente –sentenció Olofin–, no sólo le tienes que
dar la libertad sino que, además, le darás la mitad de todas tus riquezas.