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martes, 29 de diciembre de 2009

EL CAMINO DE LA OBEDIENCIA

PATAKIE
EL CAMINO DE LA OBEDIENCIA
Había una familia muy pobre que no tenía ni para comer y estaban pasando muchos trabajos y miseria.
Cuando a la mujer se le presenta la hora de dar a luz, puesto que estaba embarazada, entonces el marido se empieza a lamentar que no tenía ni para desayunar y venir a nacer otro muchacho.
Estando en estas lamentaciones se le presenta Ikú -la divinidad que representa la muerte- y le dice que si ellos querían que ella le bautizará a ese muchacho.
Al principio no querían porque tenían mucho miedo, pero Ikú les dice que si ella bautizaba al muchacho, a ellos no les faltaría nada y al mismo tiempo ella se ocuparía de la educación del muchacho y que sería la felicidad de todos. Ante aquella exposición, los padres aceptan.
Desde ese momento la familia empieza a prosperar con la ayuda que le hacía Ikú.
El muchacho empieza a crecer y van pasando los años; cuando tuvo edad, va al colegio, después a la universidad y llega a salir doctor en medicina.
Ya con el título, se le presenta a la madrina y ella le dice:
"Óyeme lo que te voy a decir.
Toma esta flor, dondequiera que tú vayas y haya el enfermo que haya, tú no tienes más que tocarlo con esa flor que enseguida se pondrá bien, pero con la condición que cuando tú llegues y me veas a los pies del enfermo, no te metas a curarlo, pues ese me pertenece".
Y con la misma la muerte se retira.
Va pasando el tiempo y el muchacho va adquiriendo fama y un día se enferma la hija del Obá de aquella comarca y los médicos no encontraban el modo de curarla.
Entonces, uno de ellos dice que por qué no se llamaba al muchacho.
Así lo hacen y llega el muchacho y ve a la enferma, pero allí también estaba su madrina que lo miraba de malos ojos.
El muchacho se hace el desentendido, como si no la hubiera visto y cura a la princesa.
Esto fue su gloria; estaba en la cúspide de su fama.
Entonces se le presenta la madrina y le dice que por qué lo había desobedecido.
Él le da una excusa y que no lo haría más.
La madrina se retira.
Pasa el tiempo.
Después se enferma de nuevo la princesa y se vuelve a presentar la madrina, mirando con malos ojos a su ahijado; pero el muchacho, en primer lugar, estaba enamorado de la princesa y en segundo lugar, era su señora.
Sin hacer caso de su madrina, toca a la princesa con la flor y se cura, pero acto continuo la madrina lleva al muchacho hasta la ventana y le dice:
"Tú ves ese cielo estrellado, son vidas, las que brillan más son las que tienen larga vida y las que brillan poco es que tienen poca vida".
El muchacho le pregunta que cuál era la de él y ella le dice:
"Aquella que está allí".
Era una que ya se estaba apagando.
El se pone a implorar y ella le dice que por su desobediencia e irrespetuosidad, se había perdido, porque con ella no se podía porfiar y cae muerto.