Es la planta más reverenciada en Cuba.
En Cuba, la ceiba es un árbol sagrado cargado de
leyendas y misterios y la creencia popular de su santidad data de varios siglos
atrás, atribuida a los esclavos de origen africano traídos a la isla por los
colonizadores españoles, en un rito trasmitido de generación en generación
entre negros y blancos.
La ceiba es una planta bendita y se dice que ni las
tormentas más fieras logran desgajarla, ni los rayos furminarla, como si hasta
los elemementos desencadenados y fenómenos naturales le temieran, y en torno a
la mística que la rodea muchos son sus poderes intrínsecos, al extremo de
revertir la esterilidad de las mujeres.
Ninguna persona puede cortar o quemar una ceiba, no
sin antes adoptar las precauciones requeridas y pedir permiso previo a los
orishas y se dice que el sólo hecho de tocar su tronco fortifica, mientras los
cubanos piensan que dándole tres vueltas a partir de las 12 de la noche del l6
noviembre le concede salud y paz.
La añeja tradición se cumple en esa fecha, al pie
del arbol más reverenciado en Cuba por ateos, católicos, evangelistas y
practicantes de cultos de santería, en el lugar conocido por El Templete,
ubicado en La Habana Vieja, proclamada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad
en 1982, por sus valores históricos y culturales.
El sitio ubicado en la antigua Plaza de Armas del
Centro Histórico de la Ciudad, vecino del Castillo de la Fuerza y los palacios
del Segundo Cabo y de los Capitanes Generales, emblemáticas edificaciones del
poder colonial en la mayor de las Antillas, revitaliza cada año la simbólica
carga santa o bruja de la ceiba.
Al gigantesco árbol solemnizado en 1828 por el
ilustre Obispo Espada, acuden hombres, mujeres y niños, con la secreta
esperanza de cumplir sus más íntimos deseos y allí es anualmente
recordada la celebración de la primera misa y cabido de La Habana, que se
remonta al l6 de noviembre de 1519, fecha tomada como fundación de la villa.