EL NACIMIENTO DE ELEGGUA...
#El rey Okuboro y su
esposa Añakí tuvieron un #hijo al
que llamaron #Eleguá.
Fue un niño inquieto y juguetón que gustaba de hacer travesuras.
Cuando ya era adolescente, salió un día de paseo con su séquito y al pasar por
un terreno donde la yerba estaba muy #alta, el príncipe ordenó #detenerse,
se encaminó a la enmarañada manigua y anduvo hasta un lugar donde le parecía
haber visto una misteriosa luz.
Allí encontró un coco seco al que le brillaban dos pequeños ojos y con gran
respeto lo recogió, ante el asombro de sus acompañantes, que no entendían cómo
un objeto, al parecer insignificante, había logrado apaciguar al inquieto
muchacho.
Cuentan que nadie hizo caso al hallazgo del príncipe, por lo cual este lo dejó
detrás de la puerta y se encerró en sus habitaciones.
Tres días después Eleguá falleció y el coco comenzó a brillar con tal
intensidad que todos quedaron sobrecogidos.
Pasado el incidente olvidaron el coco. Sobrevino una cadena de catástrofes
naturales, guerras y hambrunas que estaban destruyendo al pueblo. Alguien tuvo
el tino de acordarse del coco que yacía olvidado detrás de la puerta del
palacio y fueron a buscarlo, pero ya lo encontraron podrido y lleno de
insectos.
Acordaron entonces botarlo en el mismo lugar en que el fallecido príncipe lo
había encontrado. Cuando lo arrojaron, chocó con una piedra y se partió en
cuatro pedazos, dos quedaron con la masa hacia arriba y dos hacia abajo. De
inmediato la piedra se iluminó como antes lo había hecho el coco. Los presentes
la tomaron con mucho respeto, la llevaron al palacio y la colocaron detrás de
la puerta.
Allí recordaron siempre la memoria del príncipe Eleguá y sobrevino entonces una
época de paz y prosperidad.