PATAKIE ELEGGUA.
Hay innumerables leyendas sobre Eleggua.
De hecho, a menudo aparece en las leyendas de los otros Orishas. Esto se debe a que él está en todas partes: en los bosques, detrás de las puertas, en cruces de caminos, el mar y campos abiertos.
Se dice que tiene veintiún aspectos y un nombre diferente para cada uno, además de trabajar con un Orishas diferente.
Todos los Orishas valoran su amistad y por una muy buena razón, como será visto en la siguiente historia:
Poco después que los asuntos de la tierra habían sido resueltos, Olofin se enfermó con un extraño mal que agotó toda su fuerza y debilitó sus poderes. Uno por uno llamó a todos los Orishas para ver si podían usar algo del Ashe que él les había dado para curarlo de su enfermedad.
Primero llegó Orula con el sistema de adivinación de IFA para tratar de determinar lo que afligía al Creador. Pero hasta el oráculo divino resultó inútil contra el extraño mal.
Obbatalá lo intentó después, y luego Babalú-Ayé seguido por Yemaya y Oya, pero todo fue en vano.
La persistente enfermedad continuó consumiendo al Creador.
Desconcertados por su incapacidad de curar a Olofin, y entristecidos por su condición cada vez peor, los Orishas se sentaron junto al Creador para meditar cuál sería la siguiente acción a tomar. Mientras estaban sentados consultando, golpearon en la puerta. Obbatalá se levantó para responder, pero antes de llegar a la puerta ésta se abrió fuertemente y apareció Eleggua. “Oí que Babá (padre) estaba enfermo y vine a curarlo”, dijo con una sonrisa.
“Sé que piensan que soy muy joven e ignorante para ser consultado cuando hay problemas, pero quiero demostrarles lo equivocados que están”. Mostró una insolente sonrisa abierta a los pasmados Orishas y se pavoneó a través de la habitación hasta la cabecera del Creador.
Obbatalá fue el primero de los Orishas en recuperarse de la sorpresa. Haciendo una señal a los demás para que permanecieran en silencio, inmediatamente se hizo al lado de Eleggua. “Por favor Babá, perdona la impetuosidad de Eleggua” dijo al Creador. “Solo es un joven, pero tiene buenas intenciones; haré que se retire enseguida”. Eleggua volteó rápidamente hacia él. “No necesito que defiendas mi caso”, dijo bruscamente a Obbatalá. “Y respecto a marcharme, no lo haré hasta que Babá esté curado”. Olofin, se sentó en la cama con esfuerzo y levantó una mano.
“Obbatalá”, dijo, “Tú y los otros Orishas trataron de curarme y no pudieron.
Aprecio su interés, pero creo que todos merecen una oportunidad.
Deja que el muchacho lo intente. Después de todo, puede haber aprendido cosas vagando por los bosques, cosas que nosotros no sabemos. Déjenme con él; los llamaré si los necesito”: Renuentemente, los Orishas mayores se levantaron y salieron de la habitación. Tan pronto como quedó sólo con el Creador, Eleggua metió la mano en la mochila que siempre cargaba y sacó un manojo de hierbas frescas.
“Aquí está tu cura, Babá”, dijo. “Las trituraré en agua y tan pronto como hayas tomado la bebida estarás bien, sintiéndote mejor que antes de enfermar”: Minutos después, los Orishas que estaban esperando ansiosamente alrededor de la puerta, oyeron que Olofin los llamaba.
Entraron a la habitación, esperando encontrar al Creador enfermo y a Eleggua castigado por su insolencia.
En lugar de eso, vieron a Olofin parado orgullosamente erecto, irradiando buena salud y majestad, con su brazo afectuosamente puesto sobre los hombros de Eleggua. Él les sonrió paternalmente. “Mis hijos”, dijo, “mi viejo instinto no me falló. Eleggua efectivamente tenía la cura para mi enfermedad.
Obviamente, aunque ninguno de nosotros lo sabía, él ha adquirido gran sabiduría. Puede ser joven, pero ciertamente ha alcanzado su mayoría de edad. Quiero recompensarlo por su oportuna ayuda.
Desde ahora va a ser el primer Orisha honrado en todas sus ceremonias. Él es el guardián de todas las puertas y caminos. Sin su permiso no puede ser realizado ningún trabajo, grande o pequeño, Hónrenlo ahora incluso como yo mismo lo hago”. Luego sacó una llave de oro y se la dio a Eleggua para significar la protección de las puertas.
Es meritorio de Eleggua que no saboreara su triunfo ni intentara humillar a los otros Orishas por sus fracasos.
Siendo sabio más allá de sus años, sabía que lo mejor era ser amigable con sus mayores.
Y los otros Orishas, viendo su amable y humilde actitud, con gusto aceptaron la orden de Olofin. Y desde ese día en adelante Eleggua tomó su legítimo lugar entre los Orishas.
http://asheorula.com