Eleguá: Es un Osha.
El primero de un grupo inseparable conceptualmente junto con Ogún, Oshosi y Osun (Orisha Oddé).
Es la primera protección de un individuo que siempre está para salvarle, su guía.
Este es el primero que debe entregársele cualquier persona. Representa la vista que sigue un sendero.
En la naturaleza está simbolizado por las rocas.
Es el mensajero de Olofin.
Vino a la tierra acompañando a Obbatalá.
Es un Orisha adivino.
Es el que abre y cierra los caminos.
Vive generalmente detrás de la puerta.
Siempre hay que contar con él para hacer cualquier cosa.
Es portero del monte y de la sabana.
Eleguá es una otá que representa la naturaleza del individuo que lo recibe; no se carga generalmente.
Es un Osha que se consagra en la cabeza del iniciado, va a estera el día del itá de Osha y habla por el Dilogún.
Su conversación es fundamental junto con la del Ángel de la Guarda y determina el signo principal del Olosha.
Es el Orisha rector e intérprete de las Letras del subsistema oracular del Dilogún y juega un papel importante en el subsistema oracular de Biange y Aditoto.
Lo entregan los Babaloshas e Iyaloshas.
Es el único que fue y regresó del mundo de Ará Onú.
Eshu: Es un Orisha.
Está en el grupo de Orisha Oddé.
Rige las manifestaciones de lo malévolo, para que se manifieste lo benévolo hay que tener en cuenta el mal y tomar precauciones para evadirlo.
Es un Orisha que entregan los Babalawo y lo consagran con diversos elementos de la naturaleza.
No se consagra en la cabeza, no habla por el Dilogún y no va a estera.
Trabaja directamente con Orula; es el que lleva el ebbó y da cuenta de las ofrendas que se hacen.
La mayoría de los Oshas y Orishas se hacen acompañar por un Eshu específico.
Además, todos los Odun de Ifá tienen su Eshu particular, al igual que todas las circunstancias de la vida pueden llevarlo. Eshu, como objeto de adoración, es fabricado por los Awó ni Orunmila.
Algunos nombres de Iyawo Omó Eleguá
Eshu Carire
Eshu Itolú
Eshu Bí
Eshu Lona
Eshu Dina
Osikan
Eshu Miwa
Agó cecde
Patakin de Eleguá:
"Como Nació Eleguá"
Según la libreta de Osha de María Antoñica Fines
En cierta tribu africana había un obá que se llamaba Eshu Okuboro.
Con su mujer Agñagui tuvo un hijo al que llamaron Eleguá.
Creció el muchacho y, como Obaloye que era, le nombraron su correspondiente séquito.
Un día Eleguá salió a pasear y al llegar a un cruce de cuatro caminos paró de repente el caballo.
Los guardias, sin saber la causa, se pararon también. Unos segundos después, Eleguá se desmontó y dio unos pasos, se detuvo y repitió toda la operación tres veces, hasta llegar al lugar donde vio aquello que lo hizo detenerse.
Era sólo una luz, o más bien dos ojos relumbrantes que estaban en el suelo.
Fue un asombro para su séquito, pues cuando llegaron al lugar vieron que Eleguá se agachó y cogió un coco seco.
Aquel muchacho tan travieso que no le temía a nada ni a nadie y que en todo se metía, fuera malo o bueno, que tan pronto era tu amigo como tu enemigo, que estaba envalentonado por ser príncipe, ¿era capaz de sentir temor por aquel insignificante coquito?
Eleguá llevó el coco a su casa y le contó a sus padres lo que había visto, pero no le creyeron.
Entonces tiró el coco detrás de la puerta y ahí lo dejó.
Pero un día, reunida toda la casa Real en una fiesta, todos vieron con asombro las luces del coco y se horrorizaron de aquello.
Tres días después de la fiesta, Eleguá murió.
Durante el velorio el coco estuvo alumbrando, reverenciado con temor por todos los concurrentes.
Mucho tiempo después de la muerte del príncipe Eleguá, el pueblo pasaba por una situación desesperada y los Awó se reunieron y determinaron que todo ocurría por causa del abandono en que se encontraba el coco dejado por Eleguá y fueron a rendirle culto, pero hallaron el coco vacío y comido por los bichos.
Entonces deliberaron sobre lo que se debía hacer con él, un objeto sin duda alguna sagrado.
Decidieron hacer todo lo posible para que perdurara a través de los siglos.
Pensaron, por fin, en la otá (piedra), y la aceptaron lavada, poniéndola en un rincón, lo cual se ha seguido haciendo hasta la actualidad.
Este fue el origen de Eleguá.
Por eso se dice: Ikú lobi Osha (el Muerto parió al Santo), y es una gran verdad que si no hay muertos no hay santos:
Que Otokú Umboelese Olodumare Ibae, Ibayentimoyen Ibayentonu,
Iba Baba Iba Yeye, Iba Apetevi Ayafa, Iba Kabachele.