Oshún, a la que también se le conoce por Iyalode,
la diosa de la miel, de la dulzura y también del owó, era la apetebí de Orula,
su esposa legítima y su acólita en los días que el adivino debía consultar el
oráculo a petición de sus clientes.
De tanto oír al marido invocar a todos los orishas y de verlo manipular los
caracoles, que, por aquel entonces, eran el instrumento preferido de Orula,
algo se le fue quedando en la memoria. Poco a poco fue aprendiendo las letras
que salían a los clientes de acuerdo a la posición en que caían los dieciséis
cauris.
Un día, después de Orula haber salido a una gestión, Oshún se puso a ensayar
con los instrumentos sagrados.
Así pudo comprobar que también ella podía consultar
si lo deseaba.
A la mañana siguiente Orula tuvo que salir de nuevo, y Oshún, que se aburría
mucho, aprovechó la oportunidad para consultar a varías personas que vinieron
en busca del marido. El hecho comenzó a repetirse cada vez que Orula tenía que
hacer gestiones en la calle.
Eleguá, que de inmediato comenzó a sospechar que algo anormal estaba ocurriendo
allí, espió a la mujer.
Tan pronto comprobó lo que sucedía fue a
entrevistarse con Oshún para reclamarle lo que le correspondía de acuerdo al
convenio que él tenía con Orula.
Oshún se negó rotundamente a darle al travieso Eleguá nada de lo que había
ganado en sus consultas.
Este, en venganza, esperó a Orula en la esquina y
se lo contó todo.
Orula estuvo varios días sin salir.
Pero al fin, una mañana, hizo como si fuera a
ausentarse varias horas, salió y estuvo escondido por los alrededores. Cuando
pudo observar que varias personas habían entrado en la casa, regresó de
inmediato.
Allí se encontró a Oshún que leía con desenfado el oráculo, impartía consejos y
ordenaba ebó, tal como si fuera él.
–Oshún, ¿qué estás haciendo? –preguntó impaciente el babalawo. La mujer, que se
disponía a tirar los caracoles, los soltó sobre la estera como si le quemaran
las manos.
Cayeron doce bocarriba.
Orula se acercó y le dijo:
–Está bien.
Ya que aprendiste, te autorizo a usar los
caracoles, pero sólo podrás interpretar las letras hasta el doce, el resto
tendrán que consultármelos a mí.